CONSTRUYENDO Y ENSEÑANDO

Por: Juan Daniel Galindo y Enrique Villarreal

En la edición anterior del supuesto se presentó a ITAM Construye, una organización de alumnos que si no la conoces pensarías que se dedica a construir casas para gente necesitada (esto fue lo que me pasó). Sin embargo, ahora que soy parte de ella, finalmente entiendo a lo que el tan distintivo “Construye” se refiere y cómo tenemos los alumnos una capacidad real para generar cambios si nos lo proponemos.

Este grupo es más que una asociación que ayuda a las personas de la colonia Tizapán, o una organización en la que puedes liberar tu servicio social. ITAM Construye es una familia en la que alumnos, niños y adultos mayores conviven y generan un entorno de fraternidad y amistad, el cual sirve como base para construir el tejido social entre los habitantes de Tizapán y los estudiantes del ITAM, los cuales conviven en una base diaria y muchas veces no se percatan de ello.

Este es uno de los objetivos de la organización y puede verse con claridad en dos de los programas de ITAM Construye, IPAM y COPAM, los cuales se encargan de las actividades relacionadas a los adultos mayores. Estas convocan a los vecinos de la zona en la Casa del Adulto Mayor para que aprendan en cursos de inglés o computación en niveles básicos o intermedios, en dónde más que enseñarles, representa una oportunidad de regresar un poco a la comunidad que tanto nos ha dado.

El primero de estos programas busca enfrentarse a una barrera que cada vez más personas buscan sobreponerse, pero que en ocasiones no saben cómo. Por ello, IPAM además de ser un espacio de crecimiento personal, es también un espacio de confianza y tolerancia. Teniendo siempre presente el objetivo de crear comunidad, el programa de Computación Para Adultos Mayores (COPAM) se trata en esencia de romper barreras. La tecnología es como un nuevo mundo al que las personas mayores que toman clase con nosotros luego no se sienten invitadas. Por ello nuestro rol es darles la bienvenida con los brazos abiertos.

Es normal sentir nervios antes de pararse frente a un grupo y dar clase de lo que sea, pero en estos programas se crea un ambiente tan bonito que eso se va casi al instante. A través del buen humor, la disposición y el cariño de los alumnos, uno como profesor toma mucha energía para transmitirles conocimientos que sabemos que les pueden facilitar la vida y esto los alumnos lo notan en la paciencia y el buen humor con el que se dan las clases.

Todo ese cariño rompe la barrera que separa a los adultos mayores de la tecnología y de los idiomas. Ellos constantemente nos cuentan cómo sienten que sus hijos o nietos se impacientan cuando les hacen preguntas, pero nos dicen “todos en el ITAM son bien lindos” y esa confianza nos permite guiarlos para que le pierdan el miedo a cosas nuevas e incluso nos da la oportunidad de trascender.

Aparte de ver cómo aprenden, podemos vivir cómo se va formando una conexión entre el ITAM y la comunidad que lo rodea. Es por ello que se les extiende a todos una invitación para conocer a esta organización y se sumen a la construcción de una comunidad más unida.