ITAM Construye: De dónde nació la idea

Septiembre 2018

Por: Angel Espinoza

Siempre he pensado que estoy donde estoy principalmente gracias a una cosa: haber nacido en la familia en la que me tocó nacer. Yo no tuve que enfrentar la realidad que enfrentaron mis padres. Mi padre, el menor de doce hermanos, y quien de niño nunca pudo estrenar un par de zapatos que no fueran de hule; y mi madre, originaria de un pequeño pueblo en Zacatecas cuya población hoy no rebasa los mil habitantes y tuvo que mudarse con sus padres a San Luis Potosí porque en el pueblo no había hospitales (su hermana mayor murió de una pulmonía que no fue atendida). Al esfuerzo de ellos le debo mi carrera en el ITAM, mi futuro. 

Creo firmemente que todos nosotros, los afortunados, los que no tenemos que preocuparnos por qué comeremos mañana, los que tenemos el privilegio de estudiar y decidir sobre nuestro futuro, tenemos una doble obligación social.  Entré al ITAM en 2011 y hoy estudio aquí mismo la maestría. Cuando llegué al ITAM, en primer semestre, me sentía muy emocionado; había escogido estudiar economía y ciencia política porque para mí eran dos carreras cercanas a la gente. Sentía que serían herramientas que me permitirían ayudar en algún momento a aquellos que lo necesitaban. 

El tiempo fue pasando e intenté emprender grandes proyectos en el ITAM. Todos fracasaron. Entonces decidí enfocarme a la escuela, dejar de intentar proyectos que no funcionarían.  Recuerdo que una noche fui a platicar con el profesor Alfredo Villafranca; él me preguntó por uno de los tantos proyectos que él sabía yo había decidido emprender. Le contesté sinceramente que habían fracasado, que yo me había decepcionado y había decidido mejor dedicarme a la escuela. Él me contestó con seriedad: “El problema de este país es que hay gente como tú, gente que es buena, gente que es capaz, gente que podría hacer las cosas de manera diferente; pero que a la primera de cambio se decepciona y decide no hacer nada”. 

Sus palabras me hicieron sentir pena y vergüenza. Entonces recordé dónde estaba parado, me sentí apenado conmigo mismo por lo afortunado que era y lo poco que hacía para que la realidad fuera diferente. En efecto, la vida me había permitido tanto y yo no había hecho nada por aquellos para quienes la vida no les había sido tan generosa. Sabía que esta vez el enfoque tendría que ser distinto. Para ayudar y cambiar la realidad no necesitaba grandes ideas; no necesitaba ser Secretario de Hacienda o de Desarrollo Social (así pensamos muchos estudiantes del ITAM). Para construir una mejor sociedad no necesitamos héroes, necesitamos que todos, desde la cotidianidad, hagamos lo que nos corresponde. Así nació la idea de ITAM Construye. Eso es lo que busca, incidir poco a poco en la realidad, contagiar a los demás empezando desde nuestra realidad inmediata. Gracias Luciano, gracias Paco, gracias a todos los miembros que han pasado por la organización y que creyeron, como yo, que todos en cierto sentido somos afortunados y tenemos una obligación social.