Más allá de construir comunidad. Parte II

Septiembre 2019

Por: fabio Gaitán

En la parte I de este artículo, se comentaron las fortalezas primordiales de ITAM Construye, que eran: su filosofía organizativa, su trabajo constante, su replicabilidad y su estructura.  Esta última fortaleza quedó pendiente de desarrollar en esta segunda parte. Y como comentamos antes, era de suma importancia por la problemática de relevo generacional y de continuidad que atiende.

Quisiera detenerme un poco antes de revisar los elementos de esta fortaleza, para platicar porqué es importante satisfacer esta problemática.

Como se habrán dado cuenta algunos, este inconveniente no concierne a todos los proyectos sociales. Si tu proyecto siempre va estar siempre bajo tu cuidado, o si es de carácter temporal, no tiene punto intentar resolverlo. Sin embargo, si tu proyecto lo quieres convertir en un “organismo”, el asunto cambia radicalmente, porque como tal, tu proyecto tiene vida y decisiones propias.

Muchos se preguntarán: ¿y para qué querría eso? Bueno, por tres razones sencillas. La primera es el hecho de que ya no dependa de ti el funcionamiento del proyecto, le das más años de vida. En mi corta estancia en el ITAM, he visto grandiosos proyectos gestarse, pero que a los dos años se marchitan, porque el proyecto dependía en demasía en ciertas personas y tras irse aquellas, las nuevas personas no podían llenar sus zapatos. Otra razón, es que dejas un legado. Imagínate ver que algo que fundaste o participaste en tus años universitarios, siga existiendo y contagiando alegría. La última razón es que al tener vida propia como un “organismo” se definen ciertos códigos ligados a su filosofía y objetivos, que lo protegen del capricho de futuros mandos que no vayan acorde a lo anterior.

Dicho lo anterior, la estructura es clave para lograr que tu proyecto sea un “organismo”. En ITAM Construye tenemos dos elementos para lograr lo anterior: los estatutos y el círculo de veteranos.

Sin entrar en mucho detalle técnico, les diré la función de cada uno y cómo se ejecutan. Por un lado, los estatutos definen las reglas del juego, que van desde  qué es el proyecto u organización, qué objetivos se van a seguir, qué órganos se van a constituir y sus funciones, hasta cómo se va a renovar, cómo se van a reformar tales reglas y qué hacer en caso de que disuelva la organización. Tales reglas son importantes, porque no dan espacio a improvisaciones, dejan testimonio de cómo se hicieron las cosas a las nuevas dirigencias (esto permea brindar cierta continuidad) y marcan claramente quién está a cargo de qué. Pero, sobre todo, señala la forma de renovación a seguir.

Aquí ITAM Construye hace una cosa fabulosa. La renovación es de forma escalonada, democrática, libre de la figura de la reelección. Lo que permite: que la curva de aprendizaje sea más amable con los nuevos entrantes de la mesa directiva, que los que estén en la mesa sean personas a quienes los demás miembros vean como líderes y que se impida un exceso de dependencia de la organización sobre una persona, al impedir que permanezcan más tiempo en su cargo.

Por otro lado, existe el círculo de veteranos, quienes tienen la función de aconsejar a los nuevos mandos y velar porque la organización siga unida. La forma en cómo actúa es vía mensajes mayormente. Podrá sonar algo prescindible este elemento, pero resulta vital para no olvidar de dónde se viene y hacía dónde se quiere llegar. De otra manera, el proyecto se podría perder en el camino.

Esto ha sido todo. En la última parte, comentaré los retos que tiene actualmente ITAM Construye. Hasta la próxima.

Fabio Gaitán

Twitter: @funesfabiog