CONSTRUYENDO ALAS

Marzo 2020

Por: Natalia Herrera

Qué difícil poner en tinta negra palabras que ya muchos han dedicado. Cómo escribir en un simple papel blanco algo que solamente se entiende una vez que lo vives, pero qué gratificante ha sido poder contarlo. Qué difícil ha sido envolver a ITAM Construye en poco más de 500 palabras.

Como ya dije alguna vez, ser parte de ITAM Construye me ha enseñado que darle la mano a otras personas te sana el corazón y te ocupa la cabeza. Aunque mi estancia ha sido corta, es sencillo decir que formar parte de esta familia tan encantadora me ha cambiado la vida desde el primer día. Mi papel en este proyecto es ser voluntaria, esto quiere decir que en realidad mis responsabilidades técnicas son escasas, sino es que nulas y que por lo tanto mi carga de trabajo es menos pesada. Sin importar, he descubierto que el objetivo principal al que le apuesta esta entidad es adentrarse en el interior de cada uno de sus integrantes y forjar en él un espíritu dispuesto a construir y cultivar una comunidad que se tome de las manos a pesar de todo. Esa mentalidad acogedora y edificadora es lo que más me llamó la atención de este proyecto. Porque entonces no solamente es un organismo con una meta social; es todo cuerpo de personas que te invita a reflexionar sobre la lucha de contextos que vivimos día con día. Es una organización estudiantil revestida de hogar que te plantea en la cabeza lo fácil que es hablar desde el privilegio y lo difícil que es asimilar, que de la mano con ese privilegio, hay una gran responsabilidad social. Responsabilidad de la cual ITAM Construye se ha encargado siempre con la mente dispuesta y el corazón en mano porque no hay otra manera de hacerlo. En los pocos meses en los que he estado en Construye he podido entender que lo que más te agranda el corazón es poder calentar el invierno eterno que vive en los corazones de ciertas personas que, aunque están en el suelo y con el alma en desvelo, son ángeles sin alas que lo único que necesitan es un aliento para aprender a volar de nuevo. Porque el día que haces eso aprendes que todo lo demás, es lo de menos. Y porque ITAM Construye lo ha sabido hacer desde salones de clase llenos de sabiduría incontable con corazones jóvenes y algunos más grandes; hasta un festival repleto de sonrisas leales. Todo esto siempre de la mano con las personas más afables y valientes que se han atrevido a enfrentar problemas que otros han dejado atrás, compañeros que hoy me enorgullece llamar amigos. Ellos que te inspiran a luchar. Y no solo hoy, no solo en la turbación de una realidad desconcertante. A luchar siempre, diario, por las víctimas eternas. A levantarte para construir una realidad que en verdad valga la pena. Y es que eso es lo más valioso que he aprendido de la familia Construye. Y es por eso que me atrevo a decir que es más que una organización en la cual vas a liberar tu servicio social. Es una gota de ilusión respaldada en solidaridad que te llena de esperanza con cada paso que das junto a ella porque convierte un anhelo en un mundo de certeza.