HERRAMIENTAS

Marzo 2020

Por: Cynthia Castillo

No tengo muchos recuerdos de mi infancia; sin embargo, sé con certeza que, afortunadamente, siempre me fue dado el regalo de la solidaridad. A lo largo de mi vida, siempre tuve una mano para apoyarme e impulsarme. Conforme más descubro este mundo, más me queda claro que, contrariamente a lo que me gustaría, es un tesoro escaso y que, por si fuera poco, es otorgado de forma casuística. Es decir, nacemos en una familia cimentada en amor, en abundancia y en empatía por mera suerte; así, con las herramientas que aquella nos brinda, es muy probable que logremos una vida íntegra y feliz. Pero pensemos un momento: ¿cuántos gozamos de tal privilegio? No hace falta caminar mucho tiempo por las calles de la ciudad para darnos cuenta de que es más común ver a niños — solos en su mayoría — pidiendo una moneda, que personas — generalmente chequeando su iPhone — con un buen traje. La ubicación del ITAM el ejemplo perfecto: de un lado los centros comerciales nice de San Ángel y, de otro, la zona que por cierto es mucho más extensa: el Mercado de Tizapán.

Cuando leíste la palabra “familia”, ¿qué fue lo primero que vino a tu mente? ¿Mamá, papá, abuelos? ¿Hermanos quizás? ¿Qué hay de la palabra “herramientas”? Inicié mi servicio social en ITAM Construye teniendo solamente una cosa clara: “probablemente va a ser una friega”. ¡Qué cegada estaba! En efecto, requirió bastante… constancia, dedicación, esfuerzo. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, me di cuenta de dos cosas: la primera es que todas las tareas que podrían ser consideradas “difíciles” en realidad eran un placer; la segunda es que, por cada cosa que ponía en la mesa, recibía grandes lecciones. Una entre muchas otras: mi concepto de “familia” estaba muy reducido. Asimismo, aunque por concepción preteórica lo sabía, tenía muchas herramientas que daba por sentadas; herramientas que en realidad no hice mucho para obtener y que pocos en la comunidad poseían.

Qué fácil es cerrar los ojos ante el privilegio. Qué fácil asumir que las personas que nos rodean tienen las mismas oportunidades, las mismas características y la misma educación. Qué fácil exigir un comportamiento acorde a lo que conocemos solo por pertenecer a un estrato distinto. ¿Cuántas veces no nos quejamos del típico personaje de trámite de gobierno que es sumamente lento, de la forma como la muchedumbre se avienta en el transporte público o del clásico que acelera el coche cuando ponemos la direccional? Y bien, si en teoría conocemos algo “mejor”, ¿cuándo tomamos acciones para inspirar e instruir a otros? ¿Cuándo empatizamos con las condiciones y las necesidades de nuestra “familia externa”? ¿Cuándo compartimos nuestras “herramientas”?

Si bien en este artículo he utilizado la palabra “herramienta” en sentido metafórico, ITAM Construye me ha llevado a verla y a vivirla en un sentido muy real; habiendo nacido con suerte, qué gran responsabilidad y qué gran regalo llevar un poco del ideal social que anhelamos al plano fáctico. Menos de un año construyendo comunidad ha esclarecido algo que ni un millón de libros enseñan: ver a cada persona como parte de tu familia, y tratarla como tal es siempre la más bella práctica de humanidad. Uno de los padres del posmodernismo bien decía: “el hombre no es realidad, es posibilidad”. Recordando las palabras de Heidegger, tengamos en mente que siempre estamos en condición de crear algo nuevo; de ser herramientas de cambio y, más aún, de ser familia. No olvidemos: hoy es un gran día para ser solidario, un gran día para construir.