PERTENENCIA, CONCIENCIA, INERCIA

Abril 2020

Por: Daniela Bugeda

Cuando pensamos en nuestras experiencias de vida, al menos las más significativas, casi siempre lo hacemos para responder a las tres siguientes preguntas: ¿quién estuvo ahí? ¿Qué estaba pasando o en qué contexto lo viví? Y, finalmente, ¿qué pasó después? Por eso yo resumo mi experiencia como constructora con estas tres palabras: pertenencia, conciencia e inercia.

Pertenencia. Un día, sin más, te enteras de que ITAM Construye existe. Ves el anuncio y te registras como voluntario. Asistes a sus actividades, apoyas sus programas y, de pronto, ya liberas el servicio social. Meses después ya eres miembro activo de la organización, estás en algún puesto de coordinación o aplicaste para la Mesa Directiva. Tal vez incluso ya no formas oficialmente parte del grupo, pero al caminar por la colonia los niños corren a abrazarte al son de un “¡maeeeestra!” muy efusivo. Y es que una vez que empiezas a ser un constructor, ya no hay vuelta atrás. Esa es una de las cosas más bonitas que tiene ITAM Construye: el sentido de pertenencia que impregna a cada uno de sus miembros, la identidad constructora. Al convertirte en constructor, encuentras a un grupo de personas que piensan como tú, que te acogen como familia y que sabes que trabajan por un mismo objetivo: construir comunidad, y hacerlo con el corazón.

Conciencia. Ya perteneces a algo. Poco a poco vas encontrando tu lugar en la organización y te sientes cómodo en ese espacio. Entonces, ¡bum! Golpe de realidad. De pronto te das cuenta de que pertenecer no es solo con tus compañeros de universidad, sino con esa realidad inmediata que muchas veces, porque estás inmerso en la cotidianidad, ignoras. La colonia Tizapán, como pequeño reflejo del México actual, también es tu espacio, y sus problemas no te son ajenos. Darse cuenta del contexto social en que vive la gran mayoría de la gente, que no cuenta con tus recursos, es otro regalo que te da ITAM Construye. ¿Qué realidades se viven y qué puedo hacer para ayudar a mejorarlas? Tal vez la clase de danza que le das a los niños, o los primeros pasos de cómo usar una computadora que aprenden los adultos mayores, no transformen su vida sustancialmente, pero sí aportan al cambio de perspectiva que todos necesitamos. Tolstoi dijo una vez: “Todos piensan en cambiar al mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. Primero hay que hacer frente a nuestras indiferencias y prejuicios, cambiar esa mentalidad, para después poder construir comunidad junto con otros.

Inercia. Esa construcción de una nueva forma de pensar es solo el comienzo. Una vez que interiorizas el problema, descubres que tú, junto con el resto de la familia Construye, y de la mano con cada alumno de la organización (niños y adultos mayores), tienen la clave para empezar a generar el cambio. La convivencia entre los vecinos de Tizapán y los alumnos del ITAM que ITAM Construye propicia es la puerta a un sendero de empatía donde, paulatinamente, se van construyendo oportunidades de crecimiento y de desarrollo. La inercia de esa correspondencia es el inicio del mundo que queremos ver.